Aclarado esto (seguramente en cada lugar
se llamará de forma diferente), voy a pasar a la acción, y a relatar el porqué
de este homenaje.
Una tarde fui con mi padre a una tienda de
lámparas a comprar el susodicho flexo, yo creo que tendría alrededor de los 12
años, la verdad es que no me acuerdo muy bien, sé que estaba en la E.G.B., sí,
habéis oído bien, yo soy de ese viejo plan.
Pues bien, cumplimos el objetivo,
compramos el flexo y sin más, nos volvimos a casa.
No puedo deciros la marca, ni el
fabricante ni el importador, no porque no quiera, sino porque no te identifica
tal. Simplemente encuentro este número en la parte baja de este pequeño
electrodoméstico GG9434B. Para mí es toda una incógnita, y si supiera quien lo
fabricó, ya sea chino, alemán, inglés o español, me gustaría enviar una carta
de enhorabuena., porque creo que este flexo es digno de ser alabado.
El caso es que el pobrecito lleva
funcionando desde etonces, yo ahora tengo 30 años, con lo cual pues llevará
funcionando unos 18 años. En estos años me ha visto estudiar naturales en el
colegio, latín y arte en el instituto y después me acompañó en los 5 años de
universidad y después el master (alguna vez tiré de biblioteca, por aquello del
atraco a la nevera). He de decir que a los 25 me fuí a vivir fuera, pero
siempre que he vuelto por vacaciones y lo he encendido seguía funcionando. Debe
poseer una “super” bombilla o algo de otro planeta, ya que nunca ha tenido que
ser cambiada, me rio yo de las de larga duración de ahora.
Porque ahora son otros tiempos, ya las
cosas no duran tanto. Imaginemos un mundo donde lo que compres durara tanto
tiempo, no podríamos comparar los resíduos electrónicos con los churros.
Mi flexo se merece un homenaje, él no
entiende de obsolescendia programada.
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